martes, 14 de mayo de 2013

Silenciar nuestras bocas, comunicarnos con movimiento.

Fue un día MUY FRÍO, yo como soy extremadamente friolenta la verdad no tenía muchas ganas de moverme, ni menos de sacarme los zapatos. Empecé la clase un tanto desanimada, influye mucho la temperatura ambiental en mí, lo único que quería era estar bien arropada en mi camita con sabanas de polar, aun así me saque los zapatos y al hacer contacto mis piecitos con el piso entro una ola de frío hacía mi cuerpo que hizo poner mi piel de gallina.

Como siempre comenzamos cada clase con nuestra característica más exaltante, el bullicio de nuestras lindas voces, que no se callan a menos que nos griten un par de veces y seamos conscientes de que la profesora Erna está delante de nosotros con un rostro entre amurrado y enfadado intentando hacernos callar. Al comenzar lo primero que nos señaló y recalco la profesora fue que en esta clase no debíamos hablar y que teníamos que dejar fluir nuestros movimientos, para descubrir esta forma diferente de comunicación.

Primero comenzamos a realizar movimientos en pareja, copiando lo que hacia la profesora, esta primera actividad lo hice con mi querida Rayito, así fue como entre en calor y mi cuerpo se fue templando poco a poco. Luego nos separamos y cada uno comenzó a caminar por la sala, sin pensar ni planificar su rumbo, pasando por cada rincón de ella y también teniendo la habilidad de no estrellarse con algunos de nuestros compañeros (tarea difícil para mí), después cada vez que nos topáramos con alguien en nuestro camino debíamos saludarlo, estrechando nuestras manos, abrazar, tocar una de sus orejas, saltar en fin. Siento que en cada uno de los saludos al mirar al compañero se podía evidenciar su esencia, algunos más serios, otros nerviosos, otros en las nubes, y otros constantemente riéndose como por ejemplo yo, que tuve una sonrisa de oreja a oreja durante la mayor parte de la clase, me causaba gracia la actividad o quizás en el fondo me reía de nervios, quién sabe.

Una de las actividades que me expreso mas esta forma de comunicación sin palabras, fue cuando justo a un compañero en este caso Ignacio juntamos nuestras espaldas y nos tratamos de trasmitir cada estado que nos indicaba la profesora, y que para mi sorpresa no fue tan tan difícil y nos dejamos fluir a través de nuestras espalditas, expresando alegría, tristeza, cariño, nostalgia entre otras.


Luego empezamos a mezclar los movimientos con música, música que no me motivaba mucho la verdad, moviendo nuestras manos, brazos y hombros al ritmo de esta. Y para terminar nos hizo una especie de relajación que tuvo mucho efecto en mi cuerpo, nos tendimos en el suelo y pasaron unos 6 minutos que para mí fueron eternamente relajadores, así me fui a mi hogar un tanto más relajada y sin tensiones, eso sí con el mismo frío perturbador que había sentido toda la mañana y tarde, y con cual pasaría la noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario