Nuestra misión: traer un instrumento musical.
Yo como siempre tan olvidadiza y con una constante mente en las nubes no lo
lleve. Preocupada fui al CETO a conseguirme algún instrumento pero para mí mala
suerte no había nadie, tras esta situación comencé una búsqueda intensa por
aquel instrumento más adecuado. Pase de un instrumento a otro, primero tuve uno
pequeño de la cultura
Mapuche, que me presto Pablo, que si les dijera
el nombre mentiría.
Esta clase tuvo un toque distinto a las normales, la sala
estaba vacía, sin ninguna silla y al comenzar nos sentamos en el suelo,
experimentando tal vez un nuevo tipo de enseñanza más conectados con nosotros
mismo y la tierra. También cuando
comenzó la clase la profesora preguntó quién no había traído el instrumento y
por qué a modo de regaño, no éramos pocos los olvidadizos tampoco, pero para mi
sorpresa ella había traído algunos instrumentos para cedernos a nosotros. Luego
nos pidió poner todos los instrumentos al centro de la sala e inmediatamente
hacer dos rondas alrededor de ellos (una más pequeña y otra más grande que
encerraba a esta), teníamos que observarlos detalladamente y analizar cuál de
ellos nos gustaba y así finalmente escoger un instrumento que estuviera ahí
para que fuera nuestro acompañante,
entre los cuales encontré unos palos (que tampoco se su nombre, eran de
percusión), y que luego intercambie a una compañera por un Xilófono. Así descubrí que
me encanta este instrumento y que podría pasar mil días e incluso años
experimentando con él para escuchar los distintos sonidos que otorga a mis
tímpanos, me causa tranquilidad, ternura y mucha paz.
Junto con este agradable acompañante intente expresar los
conceptos que la profesora nos iba indicando en el proyector (pena, alegría, rabia,
violencia, entre otros) a través del sonido del Xilófono, momentos que fueron
para mí un tremendo estruendo y que nunca logre diferenciar y captar si lo que
intentábamos plasmar tenía que ver con pena, alegría o nostalgia.
Después nos agrupamos según el tipo de instrumento, el mío
era de percusión. La idea era que los integrantes de cada grupo se pusieran de
acuerdo y lograran hacer una pequeña presentación musical. En el camino de la creación
creí que no llegaríamos a mucho acuerdo, menos yo que tengo "cero"
ritmo, pero sin quererlo mi querido Xilófono junto con el de María Elena llevaron la
batuta e organizaron la orquesta de percusión, siendo los primeros instrumentos
que sonaban y que indicaba así en qué momento se iban incluyendo los demás,
creo que no lo hicimos tan mal.
Sin duda alguna el grupo de los instrumentos de cuerda
lograron emocionarme y causar variadas sensaciones en mí, al tener un toque medio
melancólico y con la capacidad de traer lindos recuerdos grabados en mi memoria
al presente.
A pesar del corto
tiempo que tuvimos para organizarnos, siento que cada agrupación logró
conectarse, cosa que se vio reflejada en las lindas melodías que surgían, y que
también tuvimos la capacidad necesaria para planificarnos y trabajar en equipo,
cosa que en un futuro será importante para generar un ambiente ameno y
entendernos entre nosotros.
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